El 26% de los recursos de agua dulce del mundo están en este continente, en donde reside sólo el 6% de la población mundial. Sin embargo, el 23% del territorio está cubierto por zonas áridas y la región continúa experimentando un deterioro de la calidad del agua debido a las altas tasas de deforestación y erosión del suelo, entre otros.
La cordillera de los Andes, una magnífica cadena montañosa de 7.240 kilómetros de extensión que atraviesa el continente, y la más alta cadena montañosa tropical cubiertas de nieve en el mundo, experimenta un creciente derretimiento de sus glaciares debido al calentamiento global.
Los recursos hídricos en la región amazónica también están en peligro debido a la remoción de la tierra, los incendios forestales y la fragmentación. Para el año 2050 un 30% a 60% de la selva amazónica podría ser abrupta e irreversiblemente sustituido por un tipo de sabana seca,con la consiguiente pérdida en gran escala de medios de vida y biodiversidad.
En este contexto, algunos problemas relacionados con el agua que muchos países de la región enfrentan -extremas sequías, inundaciones, sobreutilización de aguas subterráneas, contaminación, enfermedades de origen hídrico y escalamiento de conflictos sociales por el agua,entre otros- están mostrándose inmanejables por enfoques sectoriales y la falta de consensos alrededor de su gestión.
La solución para tales problemas puede estar fuera del alcance de las agencias responsables de resolverlos, por lo que es necesaria la cooperación de los diferentes sectores y actores involucrados en la gestión y el uso del agua. Un enfoque de gestión integrada facilita la identificación e implementación de soluciones efectivas.