Por ello cuando decimos Valoremos el Agua, nos referimos al valor que ésta tiene para cada uno dde los individuos, para la sociedad, para las actividades de producción de alimentos, de energía, de bienes , de servicios y para los ecosistemas .
Como dice el Diccionario en su primera acepción para “valor” nos referimos al “grado de utilidad o aptitud de las cosas para satisfacer las necesidades o proporcionar bienestar”.
¿ Y quién puede dudar de la Utilidad que tiene el agua desde el mantenimiento de la Vida, hasta la producción de bienes y servicios pasando por su significado cultural e incluso espiritual que la ha llevado a ser en las principales religiones el medio de iniciación en las mismas? ¿Quién puede dudar de la aptitud del agua para brindar bienestar físico y anímico? Esta pregunta que parece meramente retórica, a veces encuentra una respuesta harto preocupante. Los tomadores de decisión, muchas veces parecen no valorar el agua, excepto cuando están frente a su exceso violento (inundaciones) o su falta crónica (sequías).
Parecen imposibilitados de ver que los problemas, la mayoría de las veces se pueden evitar o minimizar, a través de previsiones, de prospecciones de la oferta y la demanda.
Muchas veces se realizan anuncios de manera muy pomposa sobre nuevas inversiones, sobre incremento de la producción y queda en una nebulosa cómo afectan éstos a la cantidad de agua disponible o necesaria para llevarlos adelante de manera sostenible y considerando el impacto en todas las actividades y el medio ambiente.
Por eso este día tiene como objetivo realizar una introspección sobre qué valor le damos al agua, de manera individual y como sociedad. Ese papel que abarca sus aspectos místicos, hasta aquellas más prácticas de que la población disponga agua para su higiene y su vida diaria como también para producir.
El agua, y en especial el agua potable, cumple un rol estructurante de la forma de vida social (tanto como la educación y la salud Pública), permitiendo contar con un nivel básico para hacer frente el desarrollo personal y de las comunidades facilitando así la movilidad social ascendente.
Localmente, hoy el Agua no es lo suficientemente valorada, como se ve desde la falta de institucionalidad para su Gestión, generada por una dispersión burocrática y desorden normativo, que deja huecos en algunos aspectos y se superpone en otros.
La falta de valor se ve, en los dispendios individuales, en los de las empresas encargadas de brindar los servicios (con pérdidas generalizadas) y en la falta de exigencia de los grandes usuarios y de la comunidad en general de proteger la misma en todas las etapas de su uso.
El Cambio Climático nos impone una urgencia adicional, ya que la primera víctima del mismo es el Agua. No hay tiempo que perder, los tiempos se aceleran y si no tomamos conciencia de ello y asignamos recursos para crear una infraestructura eficiente y adecuada para atender estos retos, soportada además por una Gobernanza, basada en la fortaleza del marco institucional, la calidad de las instituciones y con reglas del juego claras y transparentes, seguramente tendremos graves problemas a nivel individual y se afectará al desarrollo de la sociedad.
En ese sentido, este día es oportuno para hacernos una autocrítica como sociedad y a nivel individual, sobre lo que hicimos o no hicimos para construir una cultura del agua, que le dé a esta el valor que le corresponde.
Debemos ser generosos con brindar nuestra experiencia y conocimientos, para lograr consensos que nos permitan preservar este auténtico motor del desarrollo sostenible.
Ing. Leandro Raúl DIAZ
PRESIDENTE
Global Water Partnership Argentina
Global Water Partnership Sudamérica