Gestión sostenible de los ríos del sur de Guatemala
Describa por favor brevemente su trayecto de Agente de cambio
El ICC fue fundado en 2010 con el objetivo de desarrollar investigación y promover acciones que facilitaran la mitigación y adaptación al cambio climático en Guatemala y la región mesoamericana. Tomando en cuenta que de manera recurrente existen impactos por diversos fenómenos climáticos, el ICC se enfocó en investigación aplicada que ayudara a buscar soluciones al nivel local. La gestión del agua fue una de sus prioridades y las acciones han incluido: 1) generación y análisis de información hidrometeorológica e hidrogeológica; 2) investigación y acciones en suelo y bosques para el manejo integrado de cuencas; 3) desarrollo de capacidades en gestión integrada del agua con empresas, comunidades, maestros y funcionarios de municipalidades y entidades de gobierno; 4) promoción del almacenamiento de agua y la cosecha de agua de lluvia; 5) restauración de bosques ribereños y 6) gestión de riesgo asociado al exceso o escasez del agua. Mucho del trabajo lo ha enfocado en las cuencas de la vertiente del Pacífico guatemalteco. A raíz de la conflictividad socio-ambiental que se vivió en 2016 asociada al uso de los ríos de la costa sur, el ICC empezó a participar activamente en las distintas mesas técnicas y comités de ríos creados como mecanismos de diálogo. El ICC dio acompañamiento técnico, propuso y ha manejado un sistema de información de los ríos a través del cual ha logrado ser un catalizador de acciones colectivas que no solo hicieron que se recuperaran los ríos sino que disminuyera la conflictividad.
Describa por favor el cambio que creó su iniciativa y cómo se logró.
Históricamente, la costa sur de Guatemala enfrentaba un conflicto social por el uso del agua de los ríos. A falta de legislación y mecanismos para normar y coordinar el uso racional del agua, los caudales se reducían significativamente hasta el punto que tres de los ríos principales se secaban en el período enero-abril por 25 años. En 2015 el fenómeno climático de El Niño agravó la problemática por la reducción del nivel de las lluvias, lo cual incidió en un menor caudal de los ríos en la estación seca subsiguiente (finales de 2015 e inicios de 2016). Como resultado, hubo denuncias sociales y confrontaciones que estuvieron a punto de ser violentas. Las autoridades locales (gobernador y alcaldes) crearon mesas de diálogo en donde se alcanzaron acuerdos entre los distintos actores. Propusimos un sistema para la medición de caudales que permitiera a los usuarios tomar decisiones para el uso colectivo del agua durante la estación seca. En 2016 inició a operar el sistema generando y transmitiendo información además de dar apoyo técnico, proponer soluciones, hacer gestiones con sectores y empresas a distintas escalas y manejar canales de comunicación para facilitar el cumplimiento de acuerdos. Hemos movido cielo y tierra para que mejore el estado de los ríos. Actualmente, se trabaja en 58 ríos de 13 cuencas hidrográficas cubriendo casi todo el sur de Guatemala y logrando por cuatro años consecutivos mantener el caudal de los ríos hasta la desembocadura en el Pacífico y niveles de conflictividad muy bajos.
¿Cómo ayudó su iniciativa a desarrollar resiliencia al cambio climático?
Nuestra iniciativa ha servido de catalizador para mantener el diálogo y acciones colectivas entre distintos actores de toda la costa sur de Guatemala. Ese “tejido social” ha servido para mejorar la gobernanza del agua y para lograr resultados exitosos durante las temporadas de escasez de agua entre 2016 y 2020. Eso mismo ha ayudado a lidiar con emergencias por inundaciones. De esa manera, la iniciativa ha aportado en la construcción de uno de los elementos más importantes de la resiliencia al cambio climático. El acceso al agua de parte de los distintos actores indudablemente contribuye a mantener los medios de vida y de producción en la región, aumentando su resiliencia. Asimismo, la mejora palpable en los caudales de los ríos ha contribuido a mantener la salud de los ecosistemas ribereños, ecosistemas acuáticos y del bosque manglar. Eso también aporta a la resiliencia del territorio ante el cambio climático.
¿En qué decisiones relacionadas con el agua influyó o mejoró esta iniciativa?
Nuestra iniciativa ha influido grandemente en las decisiones sobre el volumen de agua que se extrae de los ríos, de tal manera que todos los usuarios cubran sus necesidades y que se mantenga un caudal ecológico hasta la desembocadura. La información sobre la disponibilidad de agua ha servido de base para la planificación y coordinación de los usuarios. El monitoreo constante (en muchos ríos, a diario) durante la temporada seca ayuda a garantizar que se cumplan los compromisos y que se tomen acciones en el mismo día si se considera necesario para mantener los caudales. La iniciativa ha incidido en que el sector privado invierta en la gestión del agua al financiar el sistema de monitoreo e investigación, así como en métodos más eficientes de riego y participación activa de sus representantes en los distintos comités de ríos. También se ha influido y apoyado la ejecución de otras acciones tales como implementación de planes de reforestación en la ribera de los ríos e instalación de estaciones hidrométricas que aportan información constante durante la época seca y permiten conocer el comportamiento de los ríos en la temporada lluviosa.
¿Cuáles fueron algunos de los desafíos enfrentados y cómo se superaron?
En el país hay pocos ejemplos de experiencias de trabajo en la gestión y gobernanza del agua con actores diversos. No hay cultura de guiarse por datos para gestionar el agua tanto de demanda como de la disponibilidad. Un desafío fue ganarnos la confianza de distintos actores (comunidades, sector empresarial y gobierno). Sin confianza, nuestro trabajo e información no tienen ningún valor y no hubieran servido para lograr el cambio. Apegarnos a la ciencia y ser transparentes en el trabajo ayudaron a ganar esa confianza. También ha sido fundamental validar los procesos en la generación de datos con las instituciones del gobierno rectoras de la temática (Ministerio de Ambiente, municipalidades, Instituto Nacional de Sismología, Vulcanología, Meteorología e Hidrología –INSIVUMEH-) para dar credibilidad a los datos generados. Ser innovadores y proponer soluciones a los problemas ha sido otro elemento importante. Otro desafío ha sido mantener la participación de los actores por varios años e involucrar a usuarios del agua que no estuvieron desde el inicio. Se han tenido que hacer acercamientos directos o a través de terceros para lograrlo. Es una tarea que también requiere de acción colectiva, por lo que no es un logro exclusivo del ICC.
En su opinión: ¿Continuará el cambio creado por su iniciativa?
Definitivamente continuará porque ya es percibido como esencial el trabajo de la generación de datos y mantener los canales de comunicación para la coordinación en el uso del agua. Sin eso, se sabe que el uso del agua cae en el desorden, quedando usuarios sin agua y corriendo el riesgo de que se seque un río. La conflictividad local aumenta y las repercusiones pueden darse a nivel nacional. Nuestro trabajo apoya al gobierno mantener la gobernanza, a las comunidades tener la confianza de contar con el recurso para los distintos usos que hacen de éste y a las empresas y fincas particulares seguir operando. Un indicio de lo esencial del trabajo fue que hubo preocupación de que no continuara durante la emergencia por el COVID-19. Se tomaron medidas para seguir operando en campo y tuvimos que adaptarnos usando medios virtuales para continuar la comunicación y coordinación.
¿Cuáles fueron las lecciones aprendidas (buenas y malas) de la iniciativa y que puede compartir con otros?
Una lección resultante de esta iniciativa es que la información sobre el recurso hídrico y la comunicación entre actores locales son fundamentales para la gestión sostenible del mismo. Las instituciones de apoyo, como nosotros, y las autoridades deben mantener una postura imparcial y objetiva. Apegarse a conocimientos técnicos y científicos ayuda a lograr lo anterior. Una lección importante es que las crisis y conflictos presentan oportunidades para mejorar las condiciones si son conducidas adecuadamente y con enfoque en la búsqueda de soluciones. En esos procesos de diálogo, es fundamental llegar a acuerdos y asegurarse de que los mismos tengan seguimiento y haya rendición de cuentas. Eso es lo que mantiene el diálogo y hace que baje la conflictividad.