Las inundaciones y la sequía en Centroamérica, junto con la rápida degradación del medio ambiente natural, un ordenamiento territorial desorganizado, las debilidades institucionales y la falta de infraestructura adecuada, hacen de Centroamérica una de las regiones más vulnerables a los extremos climáticos en el mundo. Un ejemplo de estos desafíos es la zona del corredor seco de El Salvador y Honduras, donde hasta una ligera variación en las precipitaciones significa meses de hambre para las personas.
Sequía del 2014
Entre mayo y julio de 2014, Centroamérica sufrió los efectos de una sequía asociada con el fenómeno de El Niño-Oscilación del Sur. Esto causó lluvias irregulares que provocaron una canícula (período seco en medio de la temporada de lluvias) de hasta 45 días, lo que a su vez produjo déficits para la agricultura, la energía hidroeléctrica y el suministro de agua potable en Honduras. Se declaró una emergencia nacional y el racionamiento del agua se convirtió en la regla. La gente sabía que cuando volvieran las lluvias, el agua no debía desperdiciarse, pero necesitaban una forma de evitar que se perdiera.
En Honduras, la sequía afectó a pequeños productores en 64 municipios del corredor seco del país. La parte sur del corredor seco hondureño es donde se registra la menor cantidad de días de lluvia y las temperaturas más altas, pero es allí donde el mar lleva las lluvias más intensas en comparación con el resto del país. En 2015, GWP Centroamérica unió esfuerzos con CARE y Mexichem-Amanco para replicar el uso de una tecnología para el almacenamiento de agua en comunidades que fueron particularmente golpeados por la escasez de agua y con acceso reducido al agua.
La solución propuesta fue un sistema de cosecha de agua de lluvia utilizando bolsas de geomembrana, que son contenedores flexibles y plegables que pueden transportarse e instalarse en las áreas exteriores de las pequeñas viviendas en las comunidades rurales de la región. Las bolsas se conectan a las bajadas de los canales del techo de las casas, con capacidad para recoger hasta 25,000 litros de agua. Es un sistema fácil de aprender a usar y reparar, además, el costo es menor que el de otras tecnologías utilizadas para la recolección de agua de lluvia.
Las instalaciones piloto en Honduras funcionaron bien. En 2016, GWP Centroamérica, Mexichem-Amanco, CARE y la Escuela Agrícola Panamericana, Zamorano unieron fuerzas por medio del Programa Agua, Clima y Desarrollo de GWP (PACyD) para difundir la tecnología a nivel regional y fortalecer las capacidades para usarla.
SCALL con enfoque de género
Reconociendo la importancia de involucrar a las mujeres en las mejoras de la gestión del agua, se introdujo un enfoque de género en un taller centroamericano sobre los principios de la gestión integrada de los recursos hídricos para promover el uso de la nueva tecnología por parte de las mujeres.
La mayoría de las mujeres que asistieron al taller regional de capacitación eran de comunidades rurales y estaban vinculadas a asociaciones de gestión del agua. Las sesiones prácticas incluyeron la instalación de un sistema de demostración en La Ciénaga, una comunidad cercana al campus de Zamorano. Esto vino a complementar otro proyecto piloto del PACyD cuyo propósito era mejorar los rendimientos de los huertos biointensivos de la comunidad.
Réplica de los SCALL en El Salvador
Una de las mujeres que participó en el taller fue la alcaldesa del municipio de Jerusalén en El Salvador, quien también era miembro de la Red de Mujeres del Valle de Jiboa. Ella solicitó que el taller se impartiera también en El Salvador, de esta manera la alianza se amplió a fin de incluir a la Asociación de Municipios del Valle de Jiboa, a la Fundación Nacional para el Desarrollo y a Mexichem El Salvador, logrando transferir la tecnología y establecer un sistema demostrativo en el municipio de Jerusalén. GWP logró movilizar apoyo adicional para esta obra del gobierno austriaco, expandiendo el trabajo a otras comunidades en el valle de Jiboa con el apoyo de los gobiernos locales.
La tecnología se replicó con éxito en el país y se adaptó para uso doméstico, comunitario, escolar y para riego. Las bolsas, incluyendo una variación del concepto original introducido por GWP Centroamérica para adaptarlo al contexto salvadoreño, fueron ampliamente aceptadas a nivel comunitario. La participación de los gobiernos locales resultó valiosa para replicar la iniciativa en otros municipios y regiones.
Con la aplicación de marcos de inversión, la gestión hídrica basada en la comunidad, la participación de la sociedad civil y la promoción del cambio social, GWP Centroamérica pudo adoptar una solución de cambio climático a escala, cambiando vidas a nivel local y fomentando prácticas de buena gobernanza.
En las palabras de Marta Alicia Rivas, una de las participantes: "Antes del proyecto, las familias tenían que caminar media hora o pagar US$1 por barril de agua que los proveedores traen a la comunidad. El tiempo y el esfuerzo que dedicábamos para ir al rio y acarrear el agua ahora lo podemos dedicar a nuestras familias y al trabajo que las mujeres desarrollamos en nuestra comunidad".